viernes, 26 de diciembre de 2008

P a c i e n t e V I

Me ingresan. La camilla se mueve. ¿Estás bien? Sí. Respire. No respire. No se mueva. Quieto por favor. No me muevo, me contengo, no veo nada, el techo se me viene encima pero me la aguanto. Falta una hora. Es mucho tiempo una hora, pero me la tengo que aguantar. Me inyectan. Se me sube el gadolinio. Me acaloro, me pica todo. Qué hago, no lo aguanto. Quédese quieto. Por favor. Sáquenme. La camilla se mueve, me arrastran, viene la médica. Me llevan a otro lado. Otro aparato, este es más abierto. Hay más aire. Ahora el oxigeno, otra inyección. Mi mamá está afuera. No me siento bien, me descompongo. Ella se desespera. Yo sabía, desde que entré a este lugar. Algo malo iba a pasar. La gente corre. La secretaria llama a la ambulancia. Todos esperan, yo también, otra no me queda. Qué pasa que no me llaman hace más de una hora que estoy esperando. Alguien se descompuso y lo están atendiendo, tenga paciencia que en un rato lo van a llamar. Esto es así, uno no puede preveer estas cosas. Sí, pero la señora es mayor, está en ayunas, no puede esperar. Llega la ambulancia y la llaman, no se preocupe. Me mira indignada. Qué más puedo decirle. De repente todo se aquieta, devuelta el silencio. Mamá, cómo era, cómo dijo la seño. Chicas pórtense bien, qué les dije. Yo quiero una coca. Después. ¿Falta mucho? Puedo ir a dar una vuelta porque tanto tiempo acá con las nenas. Llega el novio a ver al hijo. Todos en familia esperando el regreso. Todo va a estar bien. Sí, seguramente. Bueno, nosotros nos vamos, volvemos otro día. Está bien, ¿el martes le parece? Sí, el martes está bien. Disculpe. No, está todo bien. Ahí vienen, mirá. Quedate tranquilo, no pasa nada. Pero yo ya no veo, se terminó.

1 comentario:

mario benavente dijo...

simpre que estoy en un hospital, en una camilla mirando hacia arriba esos focos redondos y enceguecedores... simpre me pregunto cuando y en que condiciones será la proxima vez que esté de nuevo aquí.