miércoles, 8 de octubre de 2008

P a c i e n t e III

Las puertas del ascensor se abren con ímpetu, como si fuera la última vez. Muy poco espacio, muy poco para tanta fragilidad. La madre sigue con la vista al bebé en su burbuja. Un hilo pequeño lo sostiene. Ni siquiera llega al año, meses nomás. Ya no puede mirarlo. Sin embargo, espera. Una puerta y esa misma pared que ya no sostiene a una mujer acéfala. En su lugar esta madre que reza, que cierra los ojos y se contiene. Sus parpados chocan fuerte uno contra otro. No ver, no saber. El reloj avanza pero son sólo segundos. La puerta se abre y el tiempo retoma su cause, la sala queda vacía. En silencio.

No hay comentarios: