sábado, 27 de septiembre de 2008

Instantánea VI

Era tarde. Él se ataba la corbata. Mal como siempre. No podía evitar el apuro, el espejo, la indiferencia. Se ataba. Se acomodaba, se miraba y se iba.

Era tarde para jugar. No lo entendían. Sus ojos no podían hacerlo. Un auto, un tren. Sólo un rato. A dormir. No y no.

Era tarde. Sin manos, sin ojos. Sin imagenes. Poco aire y un madero. Ni siquiera un después.

Después.

No hay comentarios: